jueves, 5 de enero de 2012

Bajista... sal de tu zona de confort


Muchas veces, al ver a un buen bajista en vivo o en video, solemos preguntarnos qué fue lo que lo obligó a mover sus manos de tal o cual forma. Nos intrigamos sobre el proceso de composición que sufrió una pieza, pues los malabares sobre el diapasón de pronto se vuelven extremos, resultado de decisiones que parecen caprichosas, pero que pueden ser tanto flexibles como obligadas. Claro, hablamos de bajistas técnicamente virtuosos, capaces de sostener un concierto por sí mismos, en solitario, o que, acompañados por sus bandas, han encontrado nuevos lenguajes para nuestro instrumento. ¿Nombres? Sí, los de siempre, esos de los que seguirnos aprendiendo mientras más los observamos y analizamos: Michael Manring, Victor Wooten, Jaco Pastorius… y un largo etcétera. 
Pues bien, habiendo dicho lo anterior hoy de lo que quiero hablar es del cruzamiento técnico, uno de los ejes para la creación de nuevas mecanizaciones físicas; una de las claves para que esos intérpretes nos regalen aproximaciones originales en el bajo. Se trata, simple y sencillamente, de componer líneas congruentes con una técnica específica para luego cambiarlas a otra distinta; incluso se trata de generar una canción en el piano, la guitarra u otro instrumento para luego transportarla a las cuatro cuerdas, respetando lo más posible la forma como nació. Ese “simple” hecho nos limita al extremo, nos orilla a inventarnos nuevos movimientos, intercambio de manos y digitaciones que de ninguna forma hubiéramos considerado, sea por incómodas o por parecer fuera de nuestra lógica articulatoria o muscular. Concretamente, imaginen un acompañamiento en contexto de rock, alrededor de pocos acordes, integrado por notas continuas entre la guitarra y la batería. Lo más probable es que esa línea la toques con dos dedos de la mano derecha, alternándolos de manera tradicional. Pues bien, qué tal que buscas la manera de tocar las mismas notas, en su misma posición, pero todas con slap, o con armónicos, o con plumilla, o con tapping… 
De entrada esto podría parecer ocioso; incluso es común que el resultado te desagrade en un inicio pues estarás muy acostumbrado al sonido previo que habías logrado para esa línea. Sin embargo, también sucede que nos sorprendemos por el cambio de dinámica, intención y timbre de las notas. Esto provoca que sin tanta sofisticación armónica o melódica podamos tener la misma línea con colores distintos, muy aprovechables para diferenciar la introducción del verso o éste del coro, incluso para mezclar lo que ya tenías con algo de los nuevos hallazgos. Nunca olvides que, independientemente de tu rol como acompañante armónico-rítmico, tu bajo está abierto a entrarle a las melodías. Así las cosas, puedas transformar una técnica en otra no importando si hablamos de acordes, melodías o bases rítmicas. En el pasado hemos hablado de cómo tocar armónicos, tap o slap melódico, pero si te perdiste esas columnas o no tienes muy claro el tema todavía, no te limites ni des la espalda al juego. 
De eso se trata esto, de aventurarte sin restricciones en laberintos distintos que pondrán a prueba tu paciencia, sí, pero que te harán un mejor músico y bajista de manera inmediata, aun y cuando al final decidas dejar las cosas como estaban antes de su transformación. ¿Cómo empezar? Sin grandes ambiciones. Toma la melodía de “Las mañanitas” (sí, así de bobo) y arréglatelas para tocarla con armónicos, slap o tapping. Más todavía: con cada nueva técnica intenta distintas digitaciones hasta conseguir la que más te guste y funcione. 
Cuando lo hayas logrado estarás un nivel más arriba. Luego elige una sección de una rola de tu propia banda o inspiración, y haz lo mismo. Usa también alguna línea famosa (con mis alumnos da grandes resultados “Billy Jean” de Michael Jackson), y ejecútala con todas las técnicas que conozcas. Te llevarás grandes sorpresas pues tendrás que mover tus manos como nunca lo imaginaste, como no hubiera sucedido de otra forma, si no te obligas a salir de tu zona de confort. Recuerda que evitar la comodidad, flotar sin chaleco salvavidas, acercarte a la orilla de la azotea, causa miedo y vértigo pero ofrece otra perspectiva de ti mismo, algo bueno para superarte y encontrar lo más valioso de todo... ¿Sabes que lo que hablo? De tu propia, única y original voz.


Por: Alonso Arreola
Fuente: Music:life Magazine

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